Ficha técnica
- Título: Claus y Lucas
- Autor/a: Agota Kristof
- N° de páginas: 444
- Editorial: Booket
- Año: 2007 (publicación original: 1986)
- Título: Claus y Lucas
- Autor/a: Agota Kristof
- N° de páginas: 444
- Editorial: Booket
- Año: 2007 (publicación original: 1986)
Claus y Lucas es una
recopilación de las tres novelas que Agota Kristof publicó entre 1986 y 1991.
En todas están presentes temas recurrentes en la literatura de guerra,
podríamos decir, tales como la soledad, la crueldad, la deshumanización, entre
muchos otros. Lo interesante aquí es la forma
en que la autora logra darle un tinte sumamente original a la historia, ese
algo que permite que la destaquemos por sobre otras obras que contengan
temáticas similares.
Es difícil hacer un resumen de
cada una, porque por propios elementos de la literatura a los que recurre la
autora muchas cuestiones argumentales se desdibujan, tergiversan, complejizan,
se vuelven enrevesadas. Y, además,
revelar alguna información importante de las mismas sería arruinar la cuota de
sorpresa o imprevisibilidad que estas contienen. Sin embargo hay algunos datos
que sí son más generales y de los que se puede hablar. En El gran cuaderno
conocemos por primera vez a Claus y Lucas, dos gemelos que son llevados por su
madre a vivir con su abuela. Ella ya no puede mantenerlos y, para no
abandonarlos, los traslada a la casa de esta mujer dura, cruel, casi
despiadada. Allí, los hermanos tomarán nota de todo lo que hacen en un gran
cuaderno escolar, a lo que ellos llaman sus progresos en distintos ámbitos de
la vida cotidiana. Claus y Lucas harán ejercicios
para todo, como por ejemplo para soportar el hambre o para saber cómo
mantenerse quietos sin movimiento alguno. En La prueba los hermanos se separan. Claus cruza la frontera y Lucas
queda solo en la ciudad. En este texto se nos narran hechos de la vida de Lucas
ahora que está en soledad; sus relaciones con mujeres, su rutina, sus
responsabilidades, etc. Finalmente, en La
tercera mentira, que es sin lugar a dudas aquella de la que menos se puede
hablar, Agota Kristof nos plantea un complicadísimo pero a la vez impresionante
ejercicio literario. ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira? ¿Es necesario (o hasta posible) hacer esa diferenciación?
Lo que más me sorprendió, y al
mismo tiempo, lo que más me gustó de Claus
y Lucas fue la primera historia. En ella la narración es simplemente
descarnada. Es tremendamente amoral; se relatan hechos terribles, sin un mínimo
juicio de valor. Es solo narrar, narrar y narrar. Pero no por eso el texto
decae en calidad. Que esta nouvelle
sea casi puramente una descripción de
las situaciones por las que pasan los gemelos no significa que carezca de
“literatura”. Muy por el contrario, en El
gran cuaderno la autora pone de manifiesto toda su capacidad no solo imaginativa,
sino también sus habilidades como narradora. Uno lee estos capítulos, que de
hecho son cortos, y es como si terminara inmunizándose.
En el transcurso de la lectura es posible que uno los lea vertiginosamente
(esto ayudado por la forma en que se estructura el texto) sin detenerse a
pensar qué es lo que en realidad está leyendo. Y lo que está leyendo es, en
realidad, algo crudo, descarnado, espantoso y cruel, muy cruel. Es como si, por
la propia prosa de la autora y la forma en que lleva la narración uno no se “diera
cuenta” de lo que está leyendo. Mediante frases cortas, directas y desprovistas
de adjetivos que valoricen las situaciones relatadas la autora nos transporta a
esa realidad de manera envidiable.
En el transcurso de los tres
textos es posible ver un cambio bastante importante en cuanto a la forma en que
se presentan dichas historias. En El gran
cuaderno, como ya dije, la narración es cruda y al mismo tiempo muy ágil,
lo cual genera que esta sea la que más rápido se lee de las tres. Tiene además
otra particularidad: está narrada con una primera persona del plural, como si
efectivamente fuera solo uno de los hermanos el que cuenta. En cambio, en las
dos historias que siguen se abandona esta primera persona para, en la segunda
instaurar una tercera persona más descriptiva, que sigue los pasos de Lucas, y
en la tercera historia, establecer la primera persona del singular mayoritariamente.
Estas transformaciones en la manera de narrar no solo tienen que ver con la
propia historia que se está contando, sino que también generan efectos de
sentido en el lector. Así, El gran
cuaderno es una lectura muy vertiginosa, rápida, mientras que las otras dos
son más pausadas (pero no por eso aburridas, ni mucho menos), más descriptivas.
En La gran mentira, además, Kristof
da giros de trama que por un lado fueron impensados desde mi punto de vista y,
por el otro, también producen, sobre todo en la primera instancia, confusión.
Luego, con el correr del texto y de las propias explicaciones que este nos va
dando, las cosas se ponen en su lugar. Con esta última nouvelle la autora juega con el lector y con las ideas que nosotros
nos vamos haciendo a medida que leemos. Esto que Kristof nos hace sobre el
final no es forzado; cuando terminamos el libro y conocemos bien a los
personajes, podemos entender sus acciones tanto del pasado como del presente, y
lo que sucede ahora es entendible en términos de lo que la propia novela va
generando con el paso de la historia.
Habiendo terminado Claus y Lucas surgen un montón de
cuestiones interesantes sobre las que reflexionar que tienen, como eje central,
al tema de la verdad y la mentira. Es indudable que estas tres historias versan
sobre eso, y más teniendo en cuenta que la palabra mentira está presente en el título de la tercera. Estas poco más de
cuatrocientas cuarenta páginas tejen un entramado que en realidad plantea,
entre muchas otras cosas, esta dicotomía que a priori parece simple de definir,
pero que en determinados momentos ese límite se difumina y lo que aparenta ser
verdad puede ser una mentira y viceversa. ¿Qué es la verdad? ¿Lo que pasa en la
vida cotidiana? ¿Por qué lo que sucede dentro de un libro no puede ser verdad?
¿Debe ser sí o sí mentira? ¿O también tiene que ver con las propias
interpretaciones? Este planteo no es original, claro está que la filosofía
nietzcheana ya lo propuso y ya lo trató. Pero en clave literaria, Agota Kristof
maneja estos recursos con absoluta maestría y genialidad. Uno termina la novela
un tanto noqueado, con la sensación de quizás no haber entendido todo. Pero
luego surge otra cuestión; quizás entender
todo no sea lo que tengamos que hacer. Tal vez haya que leer determinada
literatura yendo por otros caminos; Kristof plantea la novela de esta manera,
con un amplio abanico de posibilidades en el que nunca se termina de concretar
todo hasta el final, que es probablemente el único momento en el que se le da
un cierre (lógicamente) a la historia. Pero aún así, los interrogantes se
mantienen.
Esta idea de no entender o de
confundirse con las cosas que van pasando no tiene que ver con que la novela
falle en su construcción. Por el contrario, Claus
y Lucas puede interpretarse de esta manera porque uno ha terminado el libro
y lo entiende así. Entiende que el
objetivo de la historia es este ir y venir entre verdad y mentira, entre
realidad e imaginación. Y claro está, todo esto atravesado por una genialidad
de narración, que tiene la capacidad de transportar al lector al mundo en que
se desarrollan todos los hechos. Uno se siente parte, se siente acompañando a
estos dos grandes personajes que son Claus y Lucas. Es, definitivamente, un
viaje increíble, que solo puede conseguirse si se tiene enfrente a un autor (en
este caso autora) con esta habilidad narrativa tan destacada.
Claus y Lucas reúne las tres
novelas correspondientes a la trilogía de los gemelos: El gran cuaderno, La prueba y La
tercera mentira. Si bien la primera es la más impactante, por el contenido
narrado y por la forma en que nos lo cuentan, las otras dos no se quedan atrás
y componen una grandísima obra. Agota Kristof se erige como una genial
narradora, con gran capacidad para desarrollar ambientaciones y personajes
acordes a la historia que nos está relatando. Leer Claus y Lucas es una experiencia interesantísima desde todo punto
de vista: no solo desde la perspectiva social o humana, si se quiere, sino
también por el desafío literario que constantemente plantea.
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