Ficha técnica
- Título: Gaijin
- Autor/a: Maximiliano Matayoshi
- N° de páginas: 247
- Editorial: Odelia
- Año: 2017
- Título: Gaijin
- Autor/a: Maximiliano Matayoshi
- N° de páginas: 247
- Editorial: Odelia
- Año: 2017
Kitaro es solo un niño cuando emprende su viaje desde Japón a Buenos
Aires, convirtiéndose en uno de los tantos que abandona su país natal luego de
las consecuencias de la segunda guerra mundial. Instalado en Argentina,
desarrollará una nueva vida, completamente distinta a la que tenía en Japón:
nuevo idioma, nueva cultura, nuevas personas por conocer.
Si no hubiera sido por la
reedición que sacó Odelia Editoria no habría conocido (ni quizás podido
conseguir) esta novela de Maximiliano Matayoshi. La misma se publicó por
primera vez hace bastante tiempo, allá por 2002, pero su autor no volvió a
publicar otras novelas, sino que se avocó principalmente a la fotografía. En esta
reedición, que coincide con la reciente muerte del padre de Matayoshi, el autor
decidió incluir un epílogo en el que explica algunas cuestiones que referidas a
la construcción de los personajes de la novela.
Gaijin plantea, en un principio, un escenario de posguerra. Kitaro,
el protagonista, es impulsado por su madre a viajar a Argentina, solo, en busca
de mejorar sus condiciones de vida. Su objetivo es instalarse bien en aquel
país para luego poder volver a Japón. Por supuesto, no será fácil. No es
complejo reconocer la infinidad de diferencias presentes en la idiosincrasia de
cada uno de los mencionados países. No solo en cuestiones económicas, políticas
o de estructuras sociales, sino también por parte de la cultura y de la manera
de encarar la vida que tienen argentinos y japoneses. Allí, entonces, se
encuentra el mayor desafío de nuestro protagonista: cómo convertirse en un
argentino más sin dejar de ser el japonés que intrínsecamente es.
Leer esta novela representa un
momento de lectura muy entretenido, por varias razones. En primer lugar, y esta
es quizás la cuestión más superficial, Gaijin
está estructurada en capítulos muy cortos, que en promedio rondan las dos o
tres carillas. Esto alienta a que la lectura se vuelta muchísimo más fluida. A
medida que uno va leyendo tiene varios cortes en la historia que no resultan
interrupciones molestas, sino que permiten que la novela gane en agilidad. En
segundo lugar, es muy interesante el trabajo que hace el autor sobre la voz del
protagonista. Narrado en primera persona, su relato es muy minucioso; nos
cuenta, primero, sobre su vida en Japón con su hermana y su madre, las
características de sus otros familiares (aunque en este aspecto no se haga
tanto hincapié como si en otros), el contexto de posguerra, etc. Luego, Kitaro
prosigue a relatarnos el viaje en barco, los amigos que allí hace y las
aventuras propias de un chico de poco más de diez años. Después de esto está el
grueso de la historia: cómo el protagonista va insertándose en esa sociedad, la
argentina, que le resulta completamente ajena. En esta parte de la narración
conocemos el lugar en donde se produce su primera estadía en el país, la gente
con la que vive, su primer trabajo, sus estudios, entre muchas otras
cuestiones. De esta forma, la lectura se vuelve mucho más interesante porque
uno logra creer en lo que está
leyendo. En este aspecto se establece una relación cercana entre la historia y
el lector. Habrá quienes se identifiquen y quienes no con la historia que se
cuenta, pero eso no hace específicamente al concepto que intento explicar. En Gaijin, uno cree y acompaña el relato
por la naturalidad que fluye por sus páginas, por lo sencillo que es leerlo y
por lo bien trabajada que está la personalidad del protagonista, y no tanto por
compartir o no una historia en común con aquello que uno está leyendo.
Por último, una tercera razón por
la cual la lectura de esta novela es una tarea entretenida es (y que a su vez
se relaciona mucho con el punto anterior) por la prosa del autor. Maximiliano
Matayoshi escribió este libro muy joven, cuando tenía aproximadamente veinte
años. Esta cuestión se nota en su escritura, pero no por el hecho de que esta
se torne inmadura o hasta infantil, sino porque el autor narra con muchísima
fluidez. En ese sentido, la narración del autor es la adecuada: dosifica muy
bien los momentos de reflexión, de pensamientos internos de los personajes con
aquellos otros momentos más descriptivos, en los cuales se encarga, justamente,
de mostrarnos cómo es la vida de nuestro protagonista en este nuevo país. De
esta manera es que se consigue un relato sólido, creíble, en el que la voz del
personaje principal se nota trabajada y pensada de gran manera, para lograr una
narración que genera una sentida relación con el lector. Con esto me refiero a
que en ningún momento uno se despega de los personajes. Es como si nosotros
mismos fuéramos los que estamos viviendo ese difícil proceso de adaptación que
atraviesa Kitaro para, finalmente, lograr encajar en un país absolutamente
diferente del suyo.
Así es como también surge la
reflexión sobre el mismo título de la novela. “Gaijin” es el término en
japonés que designa a los extranjeros, a “los de afuera”, muchas veces
utilizado en forma despectiva. Entonces, ¿quién es el gaijin en esta historia? ¿El propio Kitaro, cuando llega aquí a la
Argentina? ¿Las personas de acá, los argentinos, que él ve cuando arriba al
país? Ahí también está, también, uno de los puntos más interesantes de la
novela. Kitaro desembarca en Argentina siendo japonés, pero poco a poco irá
adquiriendo modismos, costumbres, tradiciones propias de nuestro país que en
Japón claramente no existen. En ese aspecto se encuentra la cuestión central de
la historia: esa especie de contradicción que vive el protagonista, ese
sentirse argentino y japonés al mismo tiempo, ese sentirse gaijin en un país ajeno y a su vez empezar a dejar de serlo con el
correr de sus propias experiencias cotidianas. Esa dicotomía está muy bien
lograda por el autor, por esa combinación que mencionaba antes entre momentos
más reflexivos, más íntimos de los personajes con otros más dedicados a
mostrarnos las cuestiones más explícitas de su vida en Argentina.
Gaijin es una novela sobre
inmigración, pero con un componente original que tiene que ver, claramente, con
el país de residencia de aquel personaje que migra de su tierra natal para
dirigirse a otra muy distinta. Pero al mismo tiempo es una historia sobre la
búsqueda de la identidad, no solo en términos de las costumbres de un país en
especial, sino también con la construcción de la identidad a partir del vínculo
con los otros y, fundamentalmente, con uno mismo. En esos aspectos Gaijin se erige como un relato muy bien estructurado,
que además es muy entretenido, muy sencillo de leer y que, a pesar de parecer
un poco largo, puede leerse poco tiempo por lo ameno que es y por lo bien
lograda que está la voz protagonista.
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