Recomendación del mes - Junio 2017

En junio leí un total de ocho libros:

Los días del Venado, de Liliana Bodoc
Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson
Noche caliente, de Lee Child
Ceviche, de Federico Levín
Río Negro, de Mariano Quirós
Este es el mar, de Mariana Enríquez
Florentina, de Eduardo Muslip
Unas polillas, de Pedro Lipcovich

Este mes me centré más en lo que es literatura nacional. Es una cuestión estadísticamente comprobable: seis de los ocho libros que leí fueron escritos por autores argentinos. Sin embargo, en este repaso de mis lecturas me gustaría destacar una novela extranjera que para mí es hasta ahora, y sin lugar a dudas, de lo mejor del año: Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson. 

No suelo leer muchos libros de terror. Un caso actual; más allá de que ahora estoy con It, si leo a Stephen King (prolífico y reconocidísimo escritor del género de terror) no me inclino a leer historias más clásicas de este género, como podría ser El resplandor, por ejemplo. Por el contrario, elegí otras historias suyas como la trilogía policial de Bill Hodges o 22/11/63 (magnífica novela). Dentro de lo que es el panorama nacional leí El mal menor de Feiling y recientemente Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez (autora que vuelve a aparecer en este mes con su corta pero interesante nouvelle Este es el mar). En ese sentido el terror no es un género que me resulte cotidiano, como sí podría serlo el policial o la ciencia ficción. Quizás sea por eso, además de por lo genial que es Jackson, que haya disfrutado tanto de Siempre hemos vivido en el castillo

En la reseña que escribí sobre esta novela hablo de que esta no es y al mismo tiempo sí es una historia de terror. No lo es en el sentido clásico del terror (monstruos, fantasmas, invocaciones y apariciones al mejor estilo Lovecraft), pero al mismo tiempo sí podríamos concebir esta como una historia de terror en la medida en que este está presente en lo cotidiano, en lo rutinario. En nuestra personalidad, nuestra manera de ser. Esta novela se sitúa en un mundo excelentemente construido, con unos personajes de una riqueza psicológica inigualable y una trama que cada vez va generando más y más tensión, además de que te atrapa hasta tal punto que sea imposible soltar el libro. Shirley Jackson nos demuestra que para hilvanar una (muy) buena historia de terror lo extraño, lo de "otro mundo" es condición suficiente, pero no necesaria. Que lo cotidiano, lo propio, lo cercano también puede ser terrorífico. 


Comentarios