"Qué hacer", de Pablo Katchadjian

Ficha técnica
- Título: Qué hacer
- Autor/a:
Pablo Katchadjian
- N° de páginas:
96
- Editorial:
Bajo la luna
- Año:
2010
Alberto y el narrador aparecen enseñando en una universidad inglesa. A partir de la pregunta de uno de sus estudiantes surge para ellos una cantidad de posibilidades que los irán transportando a distintas situaciones espacio-temporales. 

No es lo mismo escribir sobre un autor cuya obra nos resulta desconocida o aparece como primera experiencia que hacerlo habiendo leído ya bastante de la misma. En mi caso, con Katchadjian considero que puedo hablar desde una posición un poco más conocedora de su forma de escribir, teniendo en cuenta que Qué hacer es el cuarto libro que leo de él; antes ya había leído Gracias, La libertad total y El caballo y el gaucho. Cuando uno ya tiene experiencia con un autor puede posicionarse en una postura un tanto más sólida para analizar sus obras, y en el caso de Katchadjian algunos de sus recursos vuelven a aparecer en este texto, lo cual da cuenta de un estilo muy propio que se va asentando libro a libro. 

Probablemente la novela más “historizada” del autor haya sido Gracias. En ella había un protagonista al que le sucedían unas cuantas cosas, de forma más o menos cronológica, lo cual nos permitía seguir la historia de forma más sencilla y, si se quiere, más lineal. Esa novela en particular me gustó mucho, y en ella, mi primera lectura de este autor, empecé a vislumbrar lo que en libros posteriores se definió completamente: Katchadjian es un escritor bastante distinto, que juega con recursos de forma que resulta muy innovadora. En ese sentido, me parece un autor interesante para tener en cuenta. 

En Qué hacer, a través de cincuenta capítulos cortos, que nunca pasan las dos carillas, asistimos a la construcción del onírico y surrealista mundo del cual el narrador y Alberto, su incondicional compañero, son protagonistas. No es solo surrealista por las cosas que cuenta, que es claro que solo podrían ocurrir en sueños, sino por la lógica que rige esa sucesión de hechos. En esta novela, la continuidad de situaciones disparatadas parece estar definida por el “y luego…” tal cosa o el “y de pronto…”. Con esto me refiero a que Katchadjian no se propone explicarnos de manera completamente racional lo que va ocurriendo, sino que él plantea esas reglas (las que permitan que los personajes estén dando una clase en una universidad inglesa, luego uno de ellos sea comido por un estudiante y acto seguido aparezcan los dos en una isla o en un cuarto lleno de muñecos que son ellos) y será decisión del lector si decide seguirlas o no. En ese sentido, y considero que esto pasa con toda la obra del autor, es muy importante el papel que juega el lector; uno puede sentirse confundido, obviamente, por las cosas que se van narrando y aún así seguir leyéndolas, o por el contrario le pueden resultar tan soberanamente absurdas que continuar con la lectura podría ser un sinsentido. Personalmente, cada libro de Katchadjian propone un mundo distinto del cual efectivamente quiero participar, es decir que adentrarme en ellos no me resulta sumamente complejo. Por eso recalco que haber leído ya varias obras del autor me dio una especie de “bagaje literario” con el que ya sabía, de alguna forma, qué me iba a encontrar en esta nouvelle

Sin embargo, vale destacar que Katchadjian es un autor que rebosa imaginación y que sorprende con la mayoría de las cosas que se plantean en sus novelas, además de que no tiene ningún tipo de problema a la hora de encadenar hechos que puedan resultar, a priori, completamente “inencadenables”. Aquí, de nuevo, importa también si el lector decide creerse o no las cosas que nos cuenta el narrador. En la novela, como en los sueños, muchas cosas se repiten (universidades inglesas, islas, bebedores, trapos viejos, pobres de espíritu, viejas, estudiantes de dos metros, capuchas, entre otras), como también se reproducen los procedimientos que las van vinculando; el más común, en esta obra, es ir relacionando todos estos sucesos con un rápido y sencillo “y de pronto aparecemos en…” o alguna expresión por el estilo. Lo interesante de esto es que a mí, particularmente, la historia no me resultó para nada repetitiva. Puede resultar extraño, porque la misma versa siempre sobre lo mismo, pero hay algo en ella, seguramente también por la forma en que Katchadjian narra y decide contar la historia, que permite que las cosas que ya aparecieran parezcan innovadoras. En ese sentido, uno sabe que está leyendo algo repetido, pero probablemente por lo vertiginosa que se torna la lectura el lector se olvide del momento exacto en que leyó eso por primera vez. Al final, se tiene la certeza de acordarse de trapos viejos, universidades inglesas, bebedores, estudiantes que engullen cabezas, islas y demás imágenes que pueblan esta particular Qué hacer, pero sin la convicción exacta de cuándo fue que uno las leyó.

Esto tiene que ver, sin lugar a dudas, con la cuestión de la lógica interna de este relato, que también es recurrente dentro de otros textos del autor. En Qué hacer la reglas propias de la novela están definidas por lo onírico, lo que en un principio tomamos por disparatado. No obstante, a medida que la obra avanza esa lógica empieza a asentarse y, paradójicamente, esas situaciones absurdas empiezan a tener su parte racional/lógica. Así también se lo define en el mismo libro: el contenido de esta novela es irracional porque desconocemos el origen de los sucesos que se van narrando (porque ocurren aparentemente sin causa alguna), pero el sistema de contenidos sí se mantiene según reglas lógicas, por lo cual es en lo único que podemos confiar. En lo único que podemos confiar para intentar encontrarle algo de lógica a este relato, si es que así lo deseamos. Y quizás, ese sistema de contenidos del cual nos habla el propio narrador sea, en definitiva, el libro entero. Quizás leer Qué hacer efectivamente como un sistema en su totalidad sea lógico, sea racional, pero no así será leer cada capítulo por separado. Cuestiones que dispara una lectura como esta. 
En ese sentido, entonces, ¿qué sería entender esta novela? Estamos de acuerdo en que tratar de dilucidar cómo es que se suceden las cosas sería algo complejo: ¿cómo podríamos explicar que de un momento a otro los protagonistas estén en la universidad y luego en una isla, sin viajes ni nada mediante? Seguramente sea posible explicar esto desde la lógica que nos propone la propia novela; la lógica de lo absurdo, lo disparatado. Podríamos pensar que entender esta historia, entonces, sería algo así como comprender que las cosas que van ocurriendo son posibles en este mundo, en este universo que el autor nos plantea. Entender que quizás no es necesario que algo “tenga sentido” racional, sino que tenga un sentido propuesto por el autor y por ende, por la historia misma, y mantenido durante toda la novela. 
Si bien prefiero otras historias suyas, leer algo de Katchadjian siempre representa un ejercicio de lectura y análisis más que interesante. Con momentos  cómicos  y disparatados, el autor consigue elaborar una novela divertida, ligera, que permite adentrarnos en sus tan particulares formas de narrar y construir sus historias.

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