"Ceviche", de Federico Levín

Ficha técnica
- Título: Ceviche
- Autor/a:
Federico Levín
- N° de páginas:
280
- Editorial:
Aquilina
- Año:
2009
El Sapo Vizcarra es algo así como un periodista gastronómico. En su barrio abundan los restaurantes peruanos y el ceviche siempre es una buena opción. Casi sin querer, se verá envuelto en una trama policial que involucra asesinatos, narcos, drogas y la infaltable buena comida. 
Tal como dice Sasturain en esa introducción que nos propone la edición de esta peculiar novela, una de las cuestiones más trabajadas dentro del género policial es la construcción del protagonista. En este caso, El Sapo Vizcarra constituye un personaje muy original desde varios puntos de vista. Más que nada, porque en ningún momento (hasta que llega un momento específico) demuestra una vocación para la investigación de casos policiales. Él presencia una muerte, que al principio parece ser un asesinato, y a partir de ahí decide involucrarse; pero podríamos decir que esto ocurre casi de casualidad. Es decir, si el protagonista hubiera estado en otro restaurante en ese momento no habría visto la escena, y probablemente no se habría enterado. De hecho, no podría decir que El Sapo “resuelve” el caso, porque en realidad lo que él hace es hablar con diversos protagonistas e ir atando cabos, pero no tiene eso que caracteriza a los policías o a los investigadores especializados. Pero las circunstancias lo pusieron en esa situación, y a partir de ese hecho fortuito arranca una historia policial que no tiene desperdicio.

Ceviche es una novela muy dinámica, que en ningún momento baja el ritmo. Es una historia que tiene la capacidad de enganchar al lector de manera que no pueda parar de leer, y esto no solamente tiene que ver con el interés que genera la trama sino también por la forma en que narra el autor. La novela intercala dos tipos de narración; por un lado tenemos el relato en tercera persona del presente, que sigue de cerca los pasos del protagonista. El enfoque siempre está en El Sapo. Si bien obviamente el relato pasa por distintas situaciones y personajes, en todas aparece el protagonista. Por otro lado, Levín recurre a otro tipo de narración que es la de la primera persona, también del presente. En este caso, el narrador es el propio protagonista, y en forma de entradas de diario va contándonos situaciones y también pensamientos, más que nada, que se le van ocurriendo a medida que avanza la historia. En ese sentido, Levín hizo un gran trabajo a la hora de estructurar la narración, porque por un lado tenemos una parte quizás un poco más vertiginosa, que relata más acción (la de la tercera persona) y otra un tanto más “reflexiva”, si vale el término, que nos cuenta cosas más personales del protagonista, porque es él mismo el que efectivamente narra. Así, el autor le quita monotonía al relato, lo convierte en uno más dinámico y original. 
Uno de los aspectos más importantes a la hora de escribir un buen policial es que la intriga de la resolución del caso se mantenga durante toda la novela. En este caso, Levín lo consigue de gran manera. A medida que transcurre la historia se van abriendo muchos caminos que, por lo relativamente corta que es Ceviche, podría parecer difícil que estos se desarrollen de la mejor manera. Pero en este punto el autor hace un muy buen trabajo, de manera que todo este abanico de posibilidades se desarrolla de muy buena forma en la totalidad de la novela. La sorpresa, o también la imprevisibilidad, es un punto trascendente si se quiere construir una buena historia de este género. En ese sentido Levín dosifica muy bien este recurso. Es decir, durante toda la novela hay una gran cuota de sorpresa, pero no en un sentido abrumador que no deje que el lector pueda seguir la trama. En el caso de que cada dos páginas haya algo que nos sorprenda o que nos cambie totalmente lo que más o menos teníamos en claro puede llegar a generar confusión en el lector. Además, Ceviche no se trata de una novela de quinientas páginas en las que el autor puede desarrollar todo detalladamente y asegurarse de que no queden cabos sueltos ni lugar para una eventual confusión del lector. En las doscientas ochenta páginas que componen esta obra el factor sorpresa está ubicado en los puntos justos; está puesto en partes que permiten sacar a la trama de una posible monotonía, y también en partes en donde la sorpresa causa su efecto deseado. Es decir, la imprevisibilidad de esta historia no se torna en ningún momento cansina o, paradójicamente, previsible. Levín sabe incluir este gran recurso de muy buena manera, consiguiendo así que uno como lector se vea sorprendido por las cosas que pasen y, de verdad, no se las haya visto venir. Por ejemplo, otro de los factores interesantes con respecto a este tema es el cambio de narrador que se observa en el desenlace de la novela. Allí la parte de diario de El Sapo es “tomada” por otro personaje, y en esas pocas carillas Levín se encarga de volvernos a sorprender con una última cosa más. Con esto se alcanza el golpe de efecto final que termina redondeando una gran historia, con muchas idas y venidas pero muy bien resueltas.

El autor tiene un estilo interesante, en ningún momento rebuscado o difícil, pero tampoco demasiado simple ni superficial. Por un lado, permite que la lectura avance con facilidad (también esto alentado por el interés que genera la trama). De hecho la novela puede leerse en un par de días sin problemas. Y por otro lado, en ocasiones también genera que el lector necesite (o en última instancia, quiera) releer algún que otro párrafo u oración para repasar lo que el autor nos quiso decir, porque realmente Levín escribe muy bien, y eso se nota. Porque no es que uno tenga la necesidad de volver algo ya leído por el hecho de no haber entendido; por el contrario, uno quiere hacerlo porque lo que acaba de leer efectivamente suena bien. Con esto, en Ceviche se agrega también otra cuestión que la hace destacar por sobre otras historias policiales. 
Este es un género que por un lado abre puertas hacia otras posibilidades, pero por el otro también es común que se establezcan ciertas “normas” que se deben seguir para catalogar determinada obra dentro de lo que llamamos policial. Con esta novela, Levín desafía esas normas y juega a otra cosa, implementa otras cuestiones que renuevan el género y permiten que Ceviche sobresalga dentro del mismo. Con un personaje interesante y también querible y una trama que constantemente genera interés, Levín construyó una novela ágil, fluida, muy entretenida y muy bien escrita.
Puntuación final 

8/10

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