"La niña gorda y otros relatos inquietantes", de Marie Luise Kaschnitz

Ficha técnica
- Título:
La niña gorda y otros relatos inquietantes
- Autor/a:
Marie Luise Kaschnitz
- N° de páginas:
181
- Editorial:
Hoja de Lata
- Año:
2015 (1983)


Según el título, los relatos de esta selección son “inquietantes”. Probablemente, uno pueda tener una concepción de lo que significa que algo te inquiete y otra persona tenga otra, pero en estos relatos lo inquietante es bien claro: lo cotidiano, lo mundano, lo rutinario.
Es difícil encontrar un libro de relatos en los que todos los cuentos que lo componen sean igual de buenos. Si bien La niña gorda no es la excepción, sí consigue alcanzar un nivel promedio muy bueno, y algunos relatos, claro está, sobrepasan esa línea para pasarse al grupo de los “muy buenos/excelentes”. Particularmente, seis de ellos alcanzan este nivel; los otros restantes, a pesar de no haberme gustado tanto como los otros, son aún así textos muy valorables, teniendo en cuenta distintos aspectos.
El terror en los cuentos de Kaschnitz se presenta de manera muy sutil. Uno podría decir, sin equivocarse del todo, que estas no son historias de terror. Otro, estando también en lo cierto, diría que sí son historias de terror. Es posible encontrar argumentos para las dos posturas. Por un lado, podríamos afirmar que la autora no recurre a elementos clásicos de la literatura de terror o gótica, por ejemplo. Es decir, en estos relatos no vamos a encontrar vampiros, monstruos, casas embrujadas, fantasmas (aunque también es de alguna forma discutible) o cosas por el estilo. Desde ese punto de vista, Kaschnitz no escribió un libro de terror. Pero también podemos pensarlo desde otra perspectiva, igual de válida, y plantear que el terror en estos relatos está presente en todo momento. Así como lo explica el excelente epílogo de Santiago Martín Arnedo (muy interesante para ubicar en tiempo y forma a la autora, además del breve pero profundo análisis que hace sobre los relatos) este es un terror solapado, que no se ve con facilidad; un terror, entonces, a lo cotidiano, a lo que se naturaliza, a lo que pasa todos los días: “En sus historias, pobladas de personajes normales, cotidianos, presentados en circunstancias que podrían ser las de cualquiera, de pronto irrumpe lo inquietante, lo misterioso, el miedo y el extrañamiento”. Entonces, otra palabra que podríamos utilizar para describir estas historias es la que usa tanto Arnedo como el propio título del libro: inquietantes. Son relatos en los que lo extraño, lo que no tiene explicación se hace eje central de la narración.

Es interesante un factor en común que presentan todos los cuentos: pocos personajes son los que interactúan en ellos. Por ejemplo, en el primer cuento, “Osos polares”, solamente hay dos personajes. O uno, si dudamos de la salud mental de la protagonista. En “La niña gorda”, dos también. En “Sí, mi ángel” (que en lo personal me parece, junto con “El tarado”, de lo mejor del libro) hay algunos más, tres o cuatros, pero aún así siguen siendo pocas las personas que se relacionan en el texto. Es un factor a destacar, porque sin contar con muchas voces la autora logra transmitir a la perfección esa sensación de extrañamiento con lo que nos rodea. Porque de alguna forma, cada uno percibe la realidad de una forma distinta, y ese sentimiento de que algo raro está ocurriendo es muy personal. Por lo tanto, considero que, más allá de haber sido intencional o no, es muy acertada la decisión de la autora de incluir pocos personajes en cada cuento; de esa forma, la atmósfera que prevalece en cada uno de ellos se hace más potente, con una mayor intensidad y, a su vez, más propia de cada uno. Quizás, si hubiera habido más voces participantes, el relato no habría podido transmitir la naturaleza de esa ambientación. Podríamos decir que las historias que componen La niña gorda son bastante reflexivas y detallistas. La autora se encarga con mucho esmero en describir la psicología de cada uno de los personajes, y así se consigue un abanico de relatos distintos en formas y tramas, pero similares en cuanto a la construcción de los mismos.
Estos relatos fueron todos escritos durante el siglo pasado, entre la década del 20 y del 70. Es decir, que por la nacionalidad de la autora (alemana) también es posible encontrar determinados rasgos representativos de los tiempos convulsos que se vivían. Por supuesto que no podemos establecer una relación lineal o estricta, porque quizás hasta la autora no haya tenido esa intención en la construcción de sus relatos, pero analizándolos retrospectivamente, sí podemos tener en cuenta algunos aspectos importantes. Por ejemplo, no tengo dudas de que en tiempos de la ascensión del nazismo y la posterior Segunda Guerra, prevalecía en la sociedad alemana una total desconfianza hacia el otro. Cualquiera podía ser un judío encubierto, y había que delatarlo. En ese sentido, en muchos de estos relatos se ve ese comportamiento. No estrictamente con la cuestión racial, pero sí con la esencia misma de la otra persona. Por ejemplo, en “El paseo”, una pareja está haciendo una caminata cuando la mujer se da cuenta de que ya no conoce a su acompañante, le resulta un extraño. Algo similar ocurre en “Quién no conoce a su padre”, en el que el narrador cambia su parecer acerca de su padre a partir de la lectura de unos documentos que hasta entonces estaban escondidos. En “La niña gorda” también se recurre a ese sentimiento de extrañeza para con el otro; en este relato la narradora sabe que hay algo raro en la niña gorda, pero no sabe específicamente qué. Por último, en “El tarado”, el protagonista trabaja en la prevención de accidentes automovilísticos, y sus compañeros no entienden sus ideas para terminar con ellos o, peor, se burlan de él.
Más allá de estas cuestiones argumentales, Kaschnitz también se perfila como una escritora muy original. La escritura de la autora no es para pasar por arriba. Me gusta describirla como una prosa casi espesa, por la que hay que transitar no con excesivo esfuerzo pero sí con cuidado. Más que nada, para disfrutar plenamente  de ella, porque se nota que  es una narradora con mucho talento. Tiene un estilo por momentos poético y misterioso, y es común que utilice pocos puntos y muchas comas para separar las ideas. Es por eso que para entender todo (o mejor dicho, lo que más se pueda, porque algunos aspectos de las historias terminan quedando a interpretación del lector) es importante encarar la lectura desde una posición atenta a cualquier mínimo detalle que luego pueda ser esencial para la comprensión del relato. Por otra parte, más allá de su estilo personal en sí, Kaschnitz se muestra como una autora innovadora desde la forma en la que construye sus relatos. Por ejemplo, en “Los sueños de Jennifer” la narración tiene una estructura similar a la de un diario, separando los párrafos casi siempre por fechas. Por otra parte, en “Conversaciones lejanas” el relato se articula pura y exclusivamente a partir de conversaciones telefónicas. Son ejemplos que dan cuenta de una escritora que no solamente se fija en la construcción puramente argumental de los relatos, sino que también tiene en cuenta la forma en que estos se presentan.
En esta recopilación de relatos Kaschnitz nos demuestra todo su talento para narrar historias que inquietan del mismo modo que se disfrutan por el estilo poético de la autora, y por cómo logra desarrollar a la perfección un gran abanico de personajes. Son doce cuentos en los que el terror, si así lo concebimos, está presente de manera vaga pero a la vez muy inteligente.  
Puntuación final

9/10

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