"Cáscara de nuez", de Ian McEwan

Ficha técnica
Título: Cáscara de nuez
Autor: Ian McEwan
N° de páginas: 217
Editorial: Anagrama
Año: 2017 (2016)
Trudy, embarazada de casi nueve meses, mantiene una relación extra matrimonial con quien sería su cuñado: Claude, el hermano de su esposo John. Alentados por la relación de parentesco que une a los dos hombres, Trudy y Claude deciden idear un plan para envenenar a John y, después de muerto, poder cobrar una millonaria herencia.  

La novela parte de una base que, en un principio, podría parecer poco original: el típico cuento del familiar que asesina para hacerse con una herencia. Si Cáscara de nuez fuera solo eso, estaríamos hablando de una historia que no ofrecería más que un buen rato de entretenimiento. Sin embargo y afortunadamente, este no es lo que sucede con el libro de McEwan. Más allá de la premisa inicial, la novela destaca por otros factores que sí son innovadores; la misma encuentra su punto más fuerte en la construcción del narrador.

Para ir directamente al centro de la cuestión, el relato de lo que va sucediendo sobresale porque el narrador es el hijo que Trudy lleva casi nueve meses gestando. Uno podría pensar, con total lógica, cómo puede ser que alguien que todavía no nació ni tuvo contacto con el mundo exterior pueda tener la capacidad de efectivamente contar, casi con lujo de detalles, qué es lo que sucede por fuera de los límites del vientre de su madre. En este punto, entonces, el autor juega un rol importante. Cuando uno empieza un libro, tiene la posibilidad de interesarse por el argumento y seguir con la lectura, y también puede suceder que, por el contrario, no conecte con la trama y en última instancia, decida abandonarlo. Si el lector se encuentra dentro de la primera situación, se establece entonces una especie de contrato tácito en el que el lector está abierto a conocer nuevas posibilidades o, también, llegar a aceptar determinados características que el autor incluye en el libro. Eso es lo que ocurre en Cáscara de nuez; con solo leer la primera oración, el lector tiene la potestad de aceptar que el narrador sea un feto o de pensar que esto es una ridiculez. En lo personal me atrajo mucho este aspecto de la trama, y ya desde el inicio me pareció una característica del argumento que, si lograba ser bien desarrollada, podría ser algo muy interesante para tener en cuenta a la hora de analizar la novela. En ese sentido, el hecho de que desde el principio se introduzca de esa manera al narrador me pareció un gran mérito de McEwan, porque de esta forma consigue generar en el lector, hablando desde mi experiencia, un golpe de efecto que invita seguir con la lectura.

Tratándose de un narrador que en teoría no conoce nada del mundo, uno podría pensar que su voz sería completamente infantil, o algo por el estilo. No obstante, McEwan dota a su narrador de una inteligencia inusitada. Esto también tiene que ver con ese contrato tácito del que hablaba anteriormente; si de alguna forma aceptamos que esto puede ser posible, desde la perspectiva de la ficción, entonces no debería haber ningún problema a la hora de seguir con la lectura. El narrador de Cáscara de nuez vive cuestionándose absolutamente todo, desde los conflictos sociales presentes mundialmente en nuestra época hasta el hecho de que solo existan nada más que dos géneros bien marcados ("rosa o azul") teniendo en cuenta la inmensidad de posibilidades que ofrece nuestra vida. Por su parte, también se debate si debería odiar a su madre por querer asesinar a su padre o continuar amándola incondicionalmente por su sola condición de ser madre y estar permitiéndole esa reflexión. Con respecto a los demás personajes, McEwan logra desarrollar muy bien los sentimientos que suceden al crimen; culpabilidad y ¿arrepentimiento? por parte de Trudy e indiferencia del lado de Claude.

Es cierto que el narrador tiene muchas ventajas; la mayor es claramente su originalidad y su carácter innovador. Sin embargo, a su vez también requiere de lectores muy atentos. Gracias a su inevitable curiosidad, el narrador habla de muchas cuestiones, y muchas veces lo hace sin que exista una relación tan directa entre ellas. De esta forma, en varios pasajes la narración se torna un tanto confusa, y es complicado seguirle el hilo. Más allá de esto, el relato del narrador está atravesado por un tinte de humor negro constante, sarcástico y ácido. Desde las apreciaciones sobre ciertas cuestiones de la actualidad hasta el gusto por compartir una copa con su madre, el autor consigue que la narración no solamente destaque por su condición esencial, sino por el tono humorístico que contiene.

Cáscara de nuez es una novela que sobresale más que nada por su narrador. Si bien en algunas partes del relato resulta un tanto difícil seguir con total precisión todos los temas que se exploran, el autor logra construir muy bien, al igual que los demás personajes, la inusual voz protagonista, haciendo de este el punto más fuerte de la novela. 

Puntuación final


7.5/10

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