- Editorial: Interzona
- Año: 2016
El Eternauta viajó en el tiempo al desastre de Chernóbil y saludó a la temporada 4 de American Horror Story.
Esta nouvelle me atrajo ya desde la sinopsis. Primero, por la presencia de seres extraños, de mutantes, de gente rara, que lo único que pueden hacer por la sociedad es juntarse en el Circo de los mutantes a alimentar la morbosidad de los curiosos. Segundo, porque el contexto no es uno cualquiera. La historia se sitúa en la década de los 90 en nuestro país, esa época de desempleo, descontrol y crisis social, económica y política. Aparecen cementerios de fábricas, abandonadas, en donde se producen escapes de gas, de químicos y sustancias tóxicas. Entonces, es cuando surgen estos mutantes.
Al principio no se me hizo fácil adentrarme en la historia. Como si no pudiera trasladarme al contexto en el que se desarrollaba la historia. Pero a medida que avanzaba con la lectura, empecé a conectar con los personajes y con ese contexto tan especial. Por suerte, esta adaptación fue rápida, porque teniendo en cuenta la corta duración de la novela no tenía mucho tiempo como para engancharme en ella.
Los personajes son todos interesantes, más que nada los que están más desarrollados. Cada uno de ellos, los mutantes del Circo, tienen algo que los hace sobresalir de los demás. Y no solo por sus cualidades físicas, las cuales los convierten en un atractivo, sino por sus valores humanos. El Hombre Regenerativo, ese que si se mutila vuelve a crecer, aunque lo empape una lluvia de ácido sulfúrico, no se destaca solamente por esto, sino por sus acciones de compañerismo y solidaridad para con el protagonista. A propósito de esto, me gustó mucho la idea de que este sea, además de narrador en primera persona, fuera justamente el autor, o que por lo menos tuviese su mismo nombre, Juan Diego.
Si bien la historia está situada en un contexto realista, la novela roza constantemente lo fantástico. Desde las "capacidades" o "atractivos" de los mutantes hasta ese final en el que no se sabe si el personaje principal está soñando o realmente está viviendo, pasando por una invasión de estrellas federales luego destrozada, junto con el barrio en general, por una lluvia ácida completamente destructiva. Me gustó mucho el desenlace de la novela, no solo porque le da originalidad a la misma sino porque, si se lo figura mentalmente, es una imagen muy visual, muy cinematográfica. De hecho, toda la novela está repleta de ese tipo de imágenes, que le dan un toque muy interesante y la hacen sobresalir. Por ejemplo, el hecho de que el barrio esté maltratado, abandonado, con gente desocupada buscando cartones contrasta con esa invasión, de nuevo, de flores tan llamativas con las estrellas federales.
La prosa del autor también me gustó mucho, porque a pesar de no tener un grado de complejidad que dificulte la lectura, sí tiene muchos pasajes interesantes, que no se quedan en lo concreto o en lo superficial sino que van más allá y rozan lo onírico y, otra vez, lo fantástico. Este tipo de momentos en el estilo de Incardona le dan a la historia algo más por lo cual resaltar, más allá de los temas que comenta.
Las estrellas federales es una historia más que atrayente, que cautiva por un lado por los temas que incluye y, por el otro, por la forma en que el autor los presenta en la novela. Una nouvelle que gusta por cómo está desarrollada y que sirve, de alguna manera, para seguir dándole lugar a autores argentinos dentro de ese género tan particular que está en el límite de la ciencia ficción, lo fantástico y lo realista.
El Eternauta viajó en el tiempo al desastre de Chernóbil y saludó a la temporada 4 de American Horror Story. Esta nouvelle me atrajo ya desde la sinopsis. Primero, por la presencia de seres extraños, de mutantes, de gente rara, que lo único que pueden hacer por la sociedad es juntarse en el Circo de los mutantes a alimentar la morbosidad de los curiosos. Segundo, porque el contexto no es uno cualquiera. La historia se sitúa en la década de los 90 en nuestro país, esa época de desempleo, descontrol y crisis social, económica y política. Aparecen cementerios de fábricas, abandonadas, en donde se producen escapes de gas, de químicos y sustancias tóxicas. Entonces, es cuando surgen estos mutantes.
Al principio no se me hizo fácil adentrarme en la historia. Como si no pudiera trasladarme al contexto en el que se desarrollaba la historia. Pero a medida que avanzaba con la lectura, empecé a conectar con los personajes y con ese contexto tan especial. Por suerte, esta adaptación fue rápida, porque teniendo en cuenta la corta duración de la novela no tenía mucho tiempo como para engancharme en ella.
Los personajes son todos interesantes, más que nada los que están más desarrollados. Cada uno de ellos, los mutantes del Circo, tienen algo que los hace sobresalir de los demás. Y no solo por sus cualidades físicas, las cuales los convierten en un atractivo, sino por sus valores humanos. El Hombre Regenerativo, ese que si se mutila vuelve a crecer, aunque lo empape una lluvia de ácido sulfúrico, no se destaca solamente por esto, sino por sus acciones de compañerismo y solidaridad para con el protagonista. A propósito de esto, me gustó mucho la idea de que este sea, además de narrador en primera persona, fuera justamente el autor, o que por lo menos tuviese su mismo nombre, Juan Diego.
Si bien la historia está situada en un contexto realista, la novela roza constantemente lo fantástico. Desde las "capacidades" o "atractivos" de los mutantes hasta ese final en el que no se sabe si el personaje principal está soñando o realmente está viviendo, pasando por una invasión de estrellas federales luego destrozada, junto con el barrio en general, por una lluvia ácida completamente destructiva. Me gustó mucho el desenlace de la novela, no solo porque le da originalidad a la misma sino porque, si se lo figura mentalmente, es una imagen muy visual, muy cinematográfica. De hecho, toda la novela está repleta de ese tipo de imágenes, que le dan un toque muy interesante y la hacen sobresalir. Por ejemplo, el hecho de que el barrio esté maltratado, abandonado, con gente desocupada buscando cartones contrasta con esa invasión, de nuevo, de flores tan llamativas con las estrellas federales.
La prosa del autor también me gustó mucho, porque a pesar de no tener un grado de complejidad que dificulte la lectura, sí tiene muchos pasajes interesantes, que no se quedan en lo concreto o en lo superficial sino que van más allá y rozan lo onírico y, otra vez, lo fantástico. Este tipo de momentos en el estilo de Incardona le dan a la historia algo más por lo cual resaltar, más allá de los temas que comenta.
Las estrellas federales es una historia más que atrayente, que cautiva por un lado por los temas que incluye y, por el otro, por la forma en que el autor los presenta en la novela. Una nouvelle que gusta por cómo está desarrollada y que sirve, de alguna manera, para seguir dándole lugar a autores argentinos dentro de ese género tan particular que está en el límite de la ciencia ficción, lo fantástico y lo realista.
Puntuación final
8/10
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